Comunicación

“No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”
Se podría decir que es una frase aplicable a todos nosotros, y aunque existen excepciones, la mayoría de las veces no sabemos apreciar lo que tenemos, sobre todo si tenerlo no nos ha supuesto esfuerzo alguno.

La comunicación es algo que nos enseñan desde pequeños, da igual el país en el que nazcas o el color de tu piel,  es la base de cualquier ser humano y sus relaciones. Hablo del lenguaje verbal, del no verbal, que a veces revela aquello que nuestras palabras no quieren contar, y del resto de signos que nos permiten expresar sentimientos u opiniones.  

Es justo en este momento de mi vida cuando empiezo a valorar la comunicación como se merece. Estar en un país que no es el tuyo e intentar comunicarte en otro idioma sin mucho éxito es lo que se dice frustrante.  Siento que no soy yo y que no puedo decir todo lo que quiero en el momento en que me gustaría. Por supuesto que se puede sobrevivir, y antes o después, mejor o peor, todo el mundo te entiende, pero es increíble lo que el desconocimiento de un idioma puede cambiar a una persona.

Los hábitos son nuestros comportamientos repetidos de forma regular. Cuanto más mayor, más difícil es cambiar un hábito. Con el idioma pasa exactamente lo mismo, aunque lo difícil no es aprender vocabulario o las simples normas del lenguaje, lo difícil es dejar de pensar como solías hacerlo para habituarte a una nueva forma, es cambiar el chip y aprender a pensar como lo hacen ellos… pero nadie dijo que fuera fácil ¿verdad?

Una vez leí un artículo que me hizo reflexionar sobre quienes somos en realidad. Decía algo así como que cada individuo posee tantos yoes como personas a las que conoce. Tiene sentido ya que cada relación es única, y para bien o para mal, nunca actuarás de la misma manera con dos personas distintas. No tengo muy claro cuál de todos esos yoes es realmente el auténtico, ni siquiera sé si hay que elegir uno. “Yo” prefiero pensar que mi personalidad y la de cualquier ser humano es un conjunto de experiencias vividas por todos esos yoes que nos conforman y de los que aprendemos cada día.  

Por eso, debo asumir que jamás seré la misma persona en español que en inglés, al igual que jamás lo seré con dos personas diferentes. Pero también tengo aprender a ser paciente porque todo es cuestión de tiempo y no puedo pretender cambiar mis hábitos en dos meses. Debo entender que esto es una oportunidad para adquirir un nuevo conjunto de yoes y que no necesito preocuparme por la velocidad si al final lo consigo, porque como se suele decir

“el todo es mejor que la suma de las partes”.

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